Eduardo Galeano - Unicuerpo
Esta imagen es de Ricardo Siri, Liniers. |
Con la ayuda de sus bastones blancos y
unos cuantos tragos, ellos se abrían paso, mal que bien, por las
callecitas de Tlaquepaque.
Parecía que estaban a punto de caerse, pero no: cuando tropezaba ella,
la sostenía él; cuando él se bamboleaba, lo enderezaba ella. A dúo
andaban, y a dúo cantaban. Se detenían siempre en el mismo lugar, a la
sombra de los portales, y cantaban, con voz castigada, viejos corridos
mexicanos del amor y de la guerra. Algún instrumento usaban, quizás una
guitarra, no recuerdo, ayudando al desafine; y entre canción y canción,
hacían sonar el cacharro donde recogían las monedas del respetable
público.
Después, se iban. Precedidos por sus bastones, atravesaban el gentío
bajo el sol y allá lejos se perdían, destartalados, rotosos, bien
agarraditos el uno al otro, pegados el uno al otro en los vaivenes del
mundo.