Jaime Sabines - En medio de las risas...


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NO pertenece a Jaime Sabines.



En medio de las risas y testigo del llanto,
oyendo y viendo gentes remotas a mi lado,
en una soledad sin palabras ni gestos,
acaso solo y triste, me doy cuenta, me hablo.
Por este no morirme me estoy muriendo a diario.
Desde mi cuerpo grito noche a noche, me espanto
de que sean míos mis brazos,
de que yo sea mi cuerpo, tan ajeno, tan largo.
El dolor de mi espalda no es mi dolor. ¡Qué amargo
el endulzar las horas con libros sabios!

Podría estar aquí si no estuviera
en un hombre sin labios.
Me aproximo a la tinta cuando escribo llorando.
Hace una hora estuve en un Café, en la calle,
en un colegio del que mejor no hablo.
Ayer fui al cine. Antier
me quedé en mi cuarto.
Todos hacen que viven o que mueren,
yo hago que hago.

Hablo de este dolor y de esta ausencia,
de tu dolor y de tu ausencia es que hablo.
De tu pleito de anoche con tu hermano,
de tu tristeza, huérfano, de tu disgusto, enamorado,
de tu esperanza, pobre, de tu ternura, desgraciado.
Hablo de todo lo que tiene origen
en este estar aquí desesperado
y hablo también de lo que no lo tiene
y nos zozobra dentro y nos golpea
como un pájaro ciego enajenado.

Mi sangre es sangre de hombre
y yo no la compré ni la regalo.
Cae gota a gota de mi lengua cuando hablo
porque tengo la lengua en mi quijada
clavada con un clavo.
Pero mi sangre abunda,
viene de todos los desamparados,
de todos los que no esperan nada esperanzados.

Terribles, largos días, breves años,
sin casa nunca, sin descanso.
El corazón golpeándome en las manos,
los ojos sumergidos en un vaso con noche
sobre el buró, mirando.
Y otra vez el rebelde y el manso.
Y el buscarse entre extraños
que se visten de uno y hablan como uno a ratos.

Quizás yo soy este dolor de muelas
en la cara del diablo.
Detrás de todas ventanas vacías
que ven pasar de noche el viejo espanto
yo soy como una vela enmudecida
en las manos de sombra del milagro.

 


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