Julio Cortázar - Un cronopio en México
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Este cuento aparece en el libro "Papeles inesperados" de Julio Cortázar. |
No es fácil ser cronopio. Lo sé por razones profundas, por haber tratado
de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y
las traiciones. Ser fama o esperanza es simple, basta con dejarse ir y
la vida hace el resto. Ser cronopio es contrapelo, contraluz,
contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y
recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene
fuerza de ley. Y ser cronopio es difícil e intermitente, igualmente
difícil es representar a los cronopios, dibujarlos o esculpirlos. Muy
pocas veces he visto imágenes ante las cuales se pudiera decir: "Buenas
salenas, cronopio cronopio". El club (el de Estocolmo) me envió hace
mucho los dibujos de un niño llamado Miguel; ese niño había visto,
estaba del lado de ellos. Y cuando Pablo Neruda fue a Estocolmo para
recibir el premio Nobel, el club le regaló un cronopio de felpa roja que
Pablo guardó con amor y celebró en un mensaje que ya he citado en otra
parte pero que repetiré aquí: ¡Cronopios
de todos los países, uníos! Contra los tontos, los dogmáticos, los
siniestros, los amarillos, los acurrucados, los implacables, los
microbios. ¡Cronopios! ¡De frente, marchen!
(Dos años antes del trágico 11 de septiembre, esos
calificativos de Pablo parecen aplicarse ya a Pinochet y a sus
cómplices; el tiempo de los poetas es diferente del de los calendarios,
pero muy pocos lo saben y muy poco escuchan).