Los mejores poemas y frases de Mario Benedetti . Doce años atrás cuando tuve que irme dejé a mi madre junto a la ventana mirando la avenida ahora la recobro sólo con un bastón de diferencia en doce años transcurrieron ante su ventanal algunas cosas desfiles y redadas fugas estudiantiles muchedumbres puños rabiosos y gases de lágrimas provocaciones tiros lejos festejos oficiales banderas clandestinas vivas recuperados después de doce años mi madre sigue en su ventana mirando la avenida o acaso no la mira sólo repasa sus adentros no sé si de reojo o de hito en hito sin pestañear siquiera páginas sepias de obsesiones con un padrastro que le hacía enderezar clavos y clavos o con mi abuela la francesa que destilaba sortilegios o con su hermano el insociable que nunca quiso trabajar tanto rodeos me imagino cuando fue jefa en una tienda cuando hizo ropa para niños y unos conejos de colores que todo el mundo le elogiaba mi hermano enfermo o...
Los mejores escritos y frases del Subcomandante Marcos . La carta que el Sup escribió para que Elías Contreras le entregara, como si propia fuera, a La Magdalena. Magdalena: Te vi de madrugada. Escondida o encerrada estabas en una torre de calendarios y geografías absurdas que me decían que no era bienvenido. Pero, apenas un momento, y te asomaste entera, hermosa y desnuda de prejuicios, luchando a favor de este nadie que soy y rescatándome de una noche ajena. Yo me quedé temblando, aún lo estoy. Deslumbrado todavía, en los pasos que siguieron y dimos juntos, lo que antes entró por la mirada, suavemente se llegó a mi pecho por camino desconocido. Te vi, y yo pensé que eso me bastaría, que tu imagen sería suficiente para tomar fuerza y alejarme para que, cuando el tiempo pidiera cuentas, el saldo fuera apenas un recuerdo de la tormenta que por cabellos llevas, el collar de besos que imaginé para tu cuello. Pero no, no fue su...
Los mejores relatos y frases del libro " La canción de nosotros " de Eduardo Galeano . "(...) -No entiendo por qué volviste. Y retira la mano. La mano de Mariano queda sola sobre la mesa, con la palma vuelta hacia arriba. Tiene la línea de la vida larga pero muy tajeada. -No entiendo. Me habías dicho: "No nos vamos a ver más. Somos libres". Yo me quedé muda mirándote la espalda y te perdiste en la esquina de la estación. ¿Qué esperabas? ¿Que te corriera atrás? ¿Que te llamara a gritos? ¿Para qué quería yo esa libertad que me regalabas? ¿Para qué la quería? (Mariano escuchaba los ecos de sus propios pasos y llevaba la cabeza vacía por dolorosa victoria de la voluntad, pero al llegar a la estación del ferrocarril se le metió por los oídos el estrépito de la máquina aproximándose, y entonces supo que desde ahora le harían falta los navegantes misteriosos que tan a menudo se perdían, por puro gusto, en los desfiladeros d...