Si él hubiera nacido mujer - Eduardo Galeano
Los mejores relatos y frases de Eduardo Galeano. |
De los dieciséis hermanos de Benjamín Franklin, Jane es la que más se le parece en talento y fuerza de voluntad.
Pero a la edad en que Benjamín se marchó
de casa para abrirse camino, Jane se casó con un talabartero pobre, que
la aceptó sin dote, y diez meses después dio a luz su primer hijo. Desde
entonces, durante un cuarto de siglo, Jane tuvo un hijo cada dos años.
Algunos niños murieron, y cada muerte le abrió un tajo en el pecho. Los
que vivieron exigieron comida, abrigo, instrucción y consuelo. Jane pasó
noches en vela acunando a los que lloraban, lavó montañas de ropa, bañó
montoneras de niños, corrió del mercado a la cocina, fregó torres de
platos, enseñó abecedarios y oficios, trabajó codo a codo con su marido
en el taller, y atendió a los huéspedes cuyo alquiler ayudaba a llenar
la olla. Jane fue esposa devota y viuda ejemplar, y cuando ya estuvieron
crecidos sus hijos se hizo cargo de sus propios padres achacosos y de
sus hijas solteronas y de sus nietos sin amparo.
Jane jamás conoció el placer de dejarse
flotar en un lago, llevada a la deriva por un hilo de cometa, como suele
hacer Benjamín a pesar de sus años. Jane nunca tuvo tiempo de pensar,
ni se permitió dudar. Benjamín sigue siendo un amante fervoroso, pero
Jane ignora que el sexo puede producir algo más que hijos.
Benjamín, fundador de una nación de
inventores, es un gran hombre de todos los tiempos. Jane es una mujer de
su tiempo, igual a casi todas las mujeres de todos los tiempos, que ha
cumplido su deber en esta tierra y ha expiado su parte de culpa en la
maldición bíblica. Ella ha hecho lo posible por no volverse loca y ha
buscado, en vano, un poco de silencio.
Su caso carecerá de interés para los historiadores.
Eduardo Galeano - Memoria del Fuego II. Las caras y las mácaras.