Leoncico - Eduardo Galeano
Pujan los músculos por romper la piel.
Jamás se apagan los ojos amarillos. Jadean. Muerden el aire a
dentelladas. No hay cadena que los aguante cuando reciben la orden de
ataque.
Esta noche, por orden del capitán Balboa, los perros clavarán sus dientes en la carne desnuda de cincuenta indios de Panamá.
Destriparán y devorarán a cincuenta culpables del nefando pecado de la sodomía, que para ser mujeres solo les faltan tetas y parir.
El espectáculo tendrá lugar en este claro
del monte, entre los árboles que el vendaval de hace unos días arrancó
de cuajo. Los soldados disputan los mejores lugares a la luz de las
antorchas.
Vasco Núñez de Balboa preside la
ceremonia. Su perro, Leoncico, encabeza a los vengadores de Dios.
Leoncico, hijo de Becerrillo, tiene el cuerpo cruzado de cicatrices. Es
maestro en capturas y descuartizamientos. Cobra sueldo de alférez y
recibe su parte de cada botín de oro y esclavos.
Faltan dos días para que Balboa descubra el Océano Pacífico.