Curso básico de racismo y machismo (2)* - Eduardo Galeano
Esta tira pertenece a "Mafalda" de Quino. |
[…] En los Estados Unidos, se viola una mujer cada seis minutos. En México, una cada nueve minutos. Dice una mujer mexicana:
–No hay diferencia entre ser violada y ser atropellada por un camión, salvo que después los hombres te preguntan si te gustó.
Las estadísticas sólo registran las
violaciones denunciadas, que en América Latina son siempre muchas menos
que las violaciones ocurridas. En su mayoría, las violadas callan por
miedo. Muchas niñas, violadas en sus casas, van a parar a la calle:
hacen la calle, cuerpos baratos, y algunas encuentran como los niños de
la calle, su morada en el asfalto. Dice Lélia, catorce años, criada a la
buena de Dios en las calles de Río de Janeiro:
–Todos roban. Yo robo y me roban.
Cuando Léila trabaja, vendiendo su
cuerpo, le pagan poco o le pagan pegándole. Y cuando roba, los policías
le roban lo que ella roba, y además le roban el cuerpo.
–Le dije a mi mama
que mi hermano había abusado de mí, y ella me corrió de la casa. Ahora
vivo con un chavo, y estoy embarazada. Él dice que me va a apoyar, si
tengo niño. Si tengo niña, no dice.
“En el mundo de hoy, nacer niña es un
riesgo”, comprueba la directora de UNICEF. Y denuncia la violencia y
discriminación que se padece desde la infancia, a pesar de las
conquistas de los movimientos feministas en el mundo entero. En 1995, en
Pekín, la conferencia internacional sobre los derechos de las mujeres
reveló que ellas ganan, en el mundo actual, una tercera parte de lo que
ganan los hombres, por igual trabajo realizado. De cada diez pobres
siete son mujeres; apenas una de cada cien mujeres es propietaria de
algo. Vuela torcida la humanidad, pájaro de una ala sola. En los
parlamentos hay, en promedio, una mujer por cada diez legisladores; y en
algunos parlamentos no hay ninguna. Se reconoce cierta utilidad de la
mujer en la casa, en la fábrica o en la oficina, y hasta se admite que
puede ser imprescindible en la cama o la cocina, pero el espacio público
está virtualmente monopolizado por los machos, nacidos para las lides
del poder y la guerra. Carol Bellamy, que encabeza la agencia UNICEF de
las naciones unidas, es un caso frecuente. Las naciones Unidas predican
el derecho a la igualdad, pero no lo practican: al nivel alto, donde se
toman decisiones, los hombres ocupan ocho de cada diez cargos en el
máximo organismo internacional.
*Fragmento