Orlando Ortiz - ¡Qué difícil es!*
Sí, qué difícil es
decidir de qué tema escribir cuando hay tantos en el ambiente. Además,
uno se detiene porque de alguna manera ya todos han escrito de todo
eso, y añadir un granito de arena al médano no es satisfactorio, ni
para quien esto escribe ni para quien vaya a leerlo (supongo que dos o
tres valientes nunca faltan).
Era tanta mi angustia por lo antes mencionado,
que llegué a pensar en escribir a propósito de la falacia de que la
literatura entre más críptica “más mejor”, y por lo tanto en que lo
simbólico es “algo más profundo” (¡?) que la literatura llana y
sencilla (que no simple). Tal idea me llegó cuando estaba viendo un
documental sobre Ledo Ivo, en el que reconocía lo mucho de su tierra
que ha quedado en su poesía. Relató que cuando niño escuchó que en
cierta ocasión una zorra se metió al pueblo y vagó por las calles; el
mismo hecho ocurrió de igual manera años después y tampoco fue testigo
de él; no obstante escribió un poema con esa historia. Cuando
aparecieron esos versos, los críticos opinaron que la zorra era una
metáfora aludiendo a la las ansias de libertad y qué sé yo cuántas
cosas más por el estilo. Esto lo platicó Ledo Ivo con una amplia y
benévola sonrisa.
También llegó a mis oídos que algo similar le
ocurrió a uno de los hijos de Gabriel García Márquez; en la escuela, el
maestro de literatura les dejó a sus alumnos que leyeran El coronel no tiene quien le escriba,
me parece, y le respondieran qué significaba el gallo que el coronel
tiene amarrado en una de las patas de su cama. En la siguiente clase,
los alumnos fueron dando respuestas, el maestro hizo una pausa para
explicarles que el gallo era una metáfora de la América Latina sujeta al
dominio del imperialismo yanqui, y después de eso continuó preguntando
y cada uno de los siguientes pupilos tomó la explicación del maestro
para ampliarla y “enriquecerla”, hasta que le tocó su turno al hijo de
Gabo y respondió: nada. ¿Cómo puedes decir eso, insensato? Es que le
pregunté a mi papá y eso me dijo. ¿Y quién es tu papá para emitir tal
juicio, algún reconocido investigador del Centro de Estudios Filológicos
de la unam, o del Colmex? No. Entonces mejor cállate. Pero el autor es
mi papá, y dice que lo contó porque un tío de él siempre tenía un
gallo amarrado a la pata de su cama. El mentor consultó el nombre del
chamaco en la lista y al verificar que se apellidaba García, se salió
por la tangente.
Ambas anécdotas me hicieron recordar algo que leí
en una revista de cine del siglo pasado, de mediados, para ser más
exacto. Era una publicación argentina o española, que además de las
reseñas y entrevistas contenía en cada número el guión de conspicua
cinta. La entrevista de la que hablo era a Ingmar Bergman, y el
entrevistador, ya entrado en la materia de las confidencias, le confió
al célebre director que en una de sus películas, no recuerdo cuál, había
un símbolo que le había robado el sueño: una personaja de la película
siempre olvida un guante. ¿Qué había querido simbolizar con esa
imagen?, interrogó al director. Este se quedó pensativo por un momento y
le respondió que no se trataba de un símbolo, sino de un recuerdo.
¿Algún acontecimiento ingrato de su infancia? No, de ninguna manera,
fue el recuerdo de una mujer a la que amé; ella olvidaba siempre un
guante, y suponiendo que vería la película, quise decirle cuánto me
acordaba de ella. Sólo eso.
De ahí mi asombro cuando en alguna parte veo
artistas explicando de manera compleja lo que significan sus obras, los
símbolos que hay en ellas, etcétera. No sé por qué, esas personas me
dejan la impresión de que todavía están inseguros de su obra, y por eso
tratan de “enriquecerla” o, lo que es peor, “justificarla” dando
explicaciones metafísicas, crípticas y hasta esotéricas.Por andar de hocicón, creo que ya me pasó lo que a
Lope, cuando Violante le encargó hacer un soneto. No me decidía a
definir el tema sobre el cual escribir, porque lo que está sucediendo
en el país son cosas muy graves.
Además, para cuando aparezca la columna
seguramente ya habrán salido más planes, y tan promiscuos como el Plan
para alcanzar la justicia. Por ejemplo, imagino que para la cuesta de
enero se llamará a una conferencia de prensa para anunciar el
lanzamiento de un “Plan para la recuperación del poder adquisitivo del
salario”, entre cuyos puntos estará rescatar la vieja y sabia costumbre
de regatear, y en lugar de pagar con tarjeta pedirle a don Venancio,
el abarrotero: “anótemelo, le pago en la quincena”, y esto aunque ya no
queden Venancios, porque Oxxos y similares acabaron con ellos.
Orlando Ortiz
*Tomado en su totalidad de La Jornada Semanal.
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